Autor: Pedro Damián Cano Borrego
El aristócrata, militar, diplomático, explorador y erudito García de Silva Figueroa, nacido en Zafra el 29 de diciembre de 1550, comenzó su carrera como paje del monarca Felipe II. Tras estudiar Derecho en Salamanca, combatió en los Tercios de Flandes, donde alcanzó el grado de capitán. De vuelta en España ocupó varios cargos importantes en la administración como corregidor, hasta que el 2 de octubre de 1612 fue el elegido por el rey Felipe III para encabezar la embajada que envió a Abbas I, Sah del Imperio Safávida, en un periplo que comenzó en Lisboa el 8 de abril de 1614 y concluyó con su muerte en alta mar durante el viaje de vuelta el 22 de julio de 1624.
Sus Comentarios a este viaje que le condujo a la India y Persia, obra manuscrita que no fue publicada en castellano hasta el año 1903, es un relato auténticamente genial, que muestra su sólida formación, curiosidad y amplia cultura, patente en los informes y observaciones que recoge en ámbitos tan variados como la geografía, la arqueología, la etnografía, las lenguas, la música, la historia, la astronomía y en general todas las ramas del saber humano.
Esta obra sobresale por su carácter abierto y comprensivo de las diferencias, mostrando un profundo respeto por el Islam en general y su rama chií y el interés que muestra por sus ritos y prácticas. Auténtica obra literaria, es una lectura amena y ordenada en su exposición. En la misma se contiene la primera atribución de las ruinas de Chilminara, anteriormente referidas por otros viajeros, con Persépolis, capital del Imperio Persa de Darío el Grande, y la primera descripción de los caracteres de la escritura cuneiforme en el mundo occidental.
Bellamente ilustrada, incluye notables dibujos y representaciones de personajes, esculturas y algunas inscripciones. Por todo ello, es una obra considerada actualmente como imprescindible para comprender la percepción que se tenía de Persia entre los siglos XVI y XVII, así como el entramado político-militar de las difíciles relaciones entre Persia, España y el Imperio Turco Otomano. Durante su viaje se sabe que acumuló una colección extraordinaria de obras de arte y antigüedades de gran valor, colección que embarcó en su vuelta a España, sin que en la actualidad se conozca cuál fue su paradero.
Las relaciones entre España y Persia
La concurrencia de un enemigo común, el Imperio Turco Otomano, hizo que el monarca persa buscase el apoyo de la Monarquía española, que incluía el Reino de Portugal. Los portugueses estaban presentes en el área del Golfo Pérsico desde 1515, cuando una flota comandada por Alfonso de Alburquerque procedente de Goa tomó varios puertos en sus riberas, como Mascate, Bahréin y principalmente Ormuz, en su pugna contra el Imperio Otomano y por el control de este punto estratégico en el comercio del mundo árabe con Asia. El área fue lugar de frecuentes enfrentamientos con los turcos durante el siglo XVI, y Ormuz, una de las llaves del dominio portugués, cayó en 1622 ante un ejército anglo-persa, como el propio García de Silva había pronosticado.
El Imperio Safávida tenía asimismo en el otomano a su mayor enemigo. En 1600 llegó a Madrid una primera embajada de Abbas I, que fue correspondida por otra enviada por Felipe III integrada por tres religiosos agustinos, que se entrevistaron con el Sah en 1602 y concertaron una alianza para combatir a los turcos. Durante estos años, varios viajeros españoles recorrieron el actual Irán, quedando constancia de interesantes relaciones de sus viajes, destacando la del portugués Pedro Teixeira, infatigable viajero que recorrió los territorios asiáticos de Portugal y los castellanos de Filipinas y Nueva España, así como Mesopotamia y la India, para acabar sus días en Amberes, escribiendo en español en esta plaza sus interesantísimas Relaciones.
La embajada
En gran parte motivada por la escasa actividad desarrollada por España contra los turcos, fue enviada una nueva embajada por Abbas en 1611, y a finales de 1613 llegaron a Madrid dos agustinos con una carta de Sah proponiéndole una alianza militar contra los turcos, que fue la que motivó el viaje de García de Silva. Tras varias dilaciones, la embajada partió de Lisboa el 8 de abril de 1612 y arribó a Goa el 6 de noviembre de 1614, puerto donde permaneció durante dos años, no llegando a Ormuz hasta marzo de 1617 y de ahí a Persia, vía Bandar-e Abbas, en octubre.
Don García pasó varios meses en Shiraz, aprovechando la ocasión para visitar y admirar las ruinas de Chilminara el día 6 de abril de 1618. En esta época visitó igualmente varias localidades, como Isfahán o Qom, descritas en su obra con gran riqueza de detalles, lo que hace de sus Comentarios un testimonio único de los monumentos, sociedad y cultura de una de las épocas más sobresalientes de la historia de este país.
El 13 de junio se dirigió a Kazwin, la antigua capital del reino hasta que Abbas I la trasladó a Isfahán, donde coincidió con el viajero Pietro della Valle. Tras una primera entrevista con el Sah y la entrega de los regalos que traía de España, fue emplazado a otra reunión en Isfahán, a celebrar tras una campaña que iba a realizar contra los turcos en Ardebil. No fue hasta el 2 de agosto de 1619 cuando don García fue recibido en audiencia, que se celebró por la noche al coincidir con el Ramadán, no consiguiendo ninguno de sus objetivos, al estar ya el Sah negociado la paz con el califa otomano.
De allí se dirigió a Ormuz y posteriormente a Goa, donde llegó el 25 de abril de 1620. Un primer viaje de vuelta en la carabela Nuestra Señora de Nazareth no consiguió pasar el Cabo de Buena Esperanza, por lo que hubo de volver a Goa, desembarcando en junio de 1621. Tras muchos impedimentos para que partiera hacia España por parte del virrey Francisco de Gama, zarpó el 1 de febrero de 1624, muriendo durante el trayecto, el 22 de julio de 1624.
La crónica de su viaje
Don García fue un hombre culto, amante de los clásicos y aficionado a la historia natural, a las antigüedades y a la geografía, lo que le sería de gran utilidad en este viaje que finalmente duró diez años. Los dos años que permaneció en Goa los aprovechó para anotar todo lo que le llamó la atención de la cultura india en este enclave portugués de su historia, administración, arquitectura, comercio, composición étnica y religiosa, cultivos, vegetación y fauna. Destacan en su relato los datos sobre el hinduismo, el sánscrito y los yoguis.
En sus etapas en el Golfo Pérsico y Persia, realizó un estudio minucioso de la toponimia de Persia, identificando y localizando sus provincias, ríos y demás accidentes geográficos con gran exactitud, por lo que puede considerarse su obra una geografía histórica de Asia. En cuanto al estudio de su historia, se basó en fuentes contemporáneas persas que consultó con el auxilio de los intérpretes que llevaba.
Estudió asimismo la etnología de todas las culturas de las tierras que recorrió, tanto sus caracteres físicos como sus creencias religiosas, usos y costumbres, forma de vivir y vestir, lenguas, juegos o música. No menos importante es su obra para conocer la arquitectura, la pintura y la arqueología de la zona. Allí donde pasó describió los monumentos, ruinas históricas, mezquitas, palacios, santuarios o castillos con gran minuciosidad, añadiendo a menudo observaciones sobre su estilo y ornamentación.
Las ruinas de Persépolis
El nombre de Persépolis apareció por primera vez en los textos de los autores clásicos griegos después de la conquista de la ciudad por Alejandro en el 331 a.C., siendo su nombre Parsa, que los helenos confundieron con el del país. En la época musulmana el emplazamiento tenía el nombre de Chilminara, con el que lo conoció don García, y al que dedicó el final del capítulo VI y el capítulo VII del primer volumen de sus Comentarios.
Posiblemente su mayor aportación es su descripción de prácticamente todos los edificios que estaban a la vista con un altísimo grado de detalle y realizando mediciones. Además de ello, los identificó con los conocimientos que poseía de los autores clásicos, como Diodoro de Sicilia. Por todo ello, no solamente se trata de la primera identificación de estas ruinas con Persépolis, sino también el primer trabajo científico que se hizo sobre este yacimiento arqueológico. En sus propias palabras:
“Mirado bien el sitio de Margascan con su hermosa y fertilísima campiña y con la vecindad del antiguo río Araxes, nadie podría dudar haber sido en él la grande y famosa Persépolis, pero con estas insignes y soberbias memorias de tan antigua majestad, todos aquellos que las hubieren visto lo pueden afirmar seguramente”.
Para saber más:
Alonso, Carlos, D. García de Silva y Figueroa. Embajador en Persia, Badajoz, 1993.
Asín Palacios, Miguel, Comentarios de don García de Silva y Figueroa de la Embajada que de parte del rey de España don Felipe III hizo al rey Xa Abás de Persia, Boletín de la Real Academia de la Historia, tomo 92, 1928, pp. 497-510
Escribano Martín, F.: “Embajadas y viajeros hispanos del siglo XVII al Oriente Próximo” ISIMU 2, 1999, pp. 95-115.
Martínez Montes, Luis Francisco, Diplomáticos, arqueólogos y aventureros, Madrid, 2021.
Moreno González, José María, y Martínez Shaw, Carlos, Un extremeño en la Persia del siglo XVII. Nuevos testimonios de la embajada de don García de Silva y Figueroa (1614-1624), Badajoz, 2014.
Silva Figueroa, García de, Comentarios de D. Garcia de Silva y Figueroa de la embajada que de parte del rey de España Don Felipe III hizo al Rey Xa Abas de Persia, Madrid, 1903.